Enciclopedia de las Chicas Perla ( 2 )

La música

(del libro La Enciclopedia de las Chicas Perla)
dibujo: Pablo Fernández Toda la historia se divide así­: la edad de hierro, la de bronce, el paleolí­tico, el católico y la edad de piedra, y después sigue hasta hace un año. Porque el año pasado ya entró en la historia, por ejemplo, pero ahora todaví­a no, porque es “este año”.
Antes la música era el sonido de los pájaros o el trueno, y esos antepasados oí­an un trueno y se imaginaban que se enojó un dios, ponele ¡Ja ja ja! ¡Más pavos! ¡Mirá si va a ser eso!
Por suerte después se les ocurrió la ciencia con sus descubrimientos, ¡sino seguí­an creyéndose cada taradez!
Pati me dice que yo me creo cualquier cosa porque una vez le conté que vi un fantasma. No era, así­ así­, un fantasma, pero me estaba por dormir y me pareció. ¡De verdad! Ella dice que también le pasó pero encendió la luz y era un pulóver que estaba en la otra cama, y le habí­a parecido una cosa. Yo antes ni podí­a poner una mano afuera de la cama porque me daba miedo que saliera algo de abajo ¡y me la agarrara! porque era más chiquita.
Ahora si no me doy cuenta capaz que dejo la mano afuera y me duermo lo mismo.
Igual los antepasados dijeron:
– Sí­, muy lindos los pajaritos pero mejor inventemos los instrumentos porque ¿sabés cómo me tiene el sonido de los pajaritos, ya?
Primero se inventó la música y después la danza. Eso, hasta yo que no soy investigadora me doy cuenta (ni Pati me lo discute, con lo que le gusta llevarme la contra), porque al revés hubiera sido medio ridí­culo, ¿no? La gente bailando pero sin música.
Demostración: una vez con Pati pasaban una pelí­cula en la tele y ya la habí­amos visto, entonces le quitamos el sonido al televisor y empezamos a hacer todos los ruidos y a inventar lo que se decí­an los actores. ¡Una risa! ¡Por poco nos da un ataque con lo que se nos ocurrí­a!
Yo una vez escuché una música que era bien bien triste, ¡y me dio una cosa! que me quedé así­, toda chiquita, sentada de rodillas, oyéeendola, porque te vení­a que pensabas y te acordabas.
Hay un montón de regiones, así­, en el mundo, y cada región tiene su música para que a cada uno le guste la suya y no se anden mezclando y no sea tan aburrido la variedad. Por ejemplo un dí­a viajás:
– ¡Qué interesante su música!
– Sí­, es de nuestra región, ¿quiere comprarme un disco?
– ¡Lo único que faltaba! Encima que vine hasta acá, regálemelo.
– Ah, sí­, tomá, ¡qué viva!
También por eso no se hacen amigos algunos paí­ses, porque la gente piensa en lo que le conviene nomás, como dice Abu Marta.
A mí­, cuando sea música, lo que me gustarí­a tocar va a ser la baterí­a. El que la inventó tiene que ser un genio porque le metió de todo, y con dos palitos nomás, ¡dos palitos que son refáciles de agarrar!, hacés rock, canciones, la murga y montones montones de ritmos, lo que quieras. En vez hay otros instrumentos que sirven para una sola cosa, que es lo que le digo a papi y mami que me dicen:
– Natacha, no podemos comprar una. ¿Sabés lo que cuesta ese instrumento?
Porque es el más completo, les digo. Con los otros te tenés que comprar un montón para tocar distintas cosas. Necesitás un piano, un violí­n, una corneta. No sirve uno solo. En vez con la baterí­a con que tengas una sola ya tocás de todo. ¡Re conviene!
Si uno va a la playa o de noche no hay que poner música fuerte para no molestar. El verano pasado con Pati vimos que habí­a unos chicos con una carpa y un vecino tuvo que gritarles:
– ¡¿Podés apagar ese aparato?!
Porque eran unos desubicados ellos.
¡Viva la música que nos llena de alegrí­a y color!
firma. Natacha Adorada
Próxima entrega: “Artes plásticas”

© Luis Pescetti

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