No es cierto que me entrego a lo que ocurra,
escribirte es mi ritual,
nunca me arrepiento.
Otros dicen mantras, rezan,
contrito, yo escribo
tranquilo de tener la fe,
sin saber si seré oído.
No es verdad que me entrego,
me duele como como a una bestia.
Hago murallas, vivo en una cueva,
el amor es un mar que avanza
y no está afuera.
Se puede vencer al deseo,
no necesitar a nadie,
que nada te ate.
No es un triunfo ligero,
no amar es tan costoso,
más carga que cualquier trabajo.
El deseo es tiempo y tibieza.
Dejarlo obrar, abrir la mano,
no conozco otro martillo para trabajarlo.
Ser sincero, seguir la veta,
extrañarte, un día y otro día;
y, al otro día, ser sincero,
seguir la veta.
Quedarse fiel, con la mano floja.
Saber perder,
que siempre duele,
y saber tener,
que siempre desencanta.
© Luis Pescetti