¿Qué horas son esas?

Sí, señoras y señores, vamos a asistir al lanzamiento del nuevo disco, y entre todos lo haremos llegar bien lejos, siempre cuidándonos de no darle al jurado.

¿Por qué un show infantil a las 8 de la noche? ¿Qué necesidad?

Ninguna, mis queridos, sólo que a los niños les encanta
salir de noche con sus padres y hermanos, o tíos y amigos.
Les encanta, en general, sentir que hacen “cosas de grandes”.

Entonces es un dos por uno: ellos hacen cosas de grandes y ustedes hacen cosas de niños.

Les ayudamos a planear el día, es así:
– Se levantan temprano y empiezan a escoger qué ropa se pondrán esa noche.

– Desayunan mirando mapas de rutas para ir al teatro o autobuses o metro que deberán tomar.

– Luego cambian la decisión sobre qué ropa ponerse (todo debe quedar afuera del clóset)

– Después una breve y ligera discusión sobre que no comprarán nada ni a la entrada ni a la salida del teatro (los padres dirán: “Ya bastante con que vamos al teatro!” Y los niños deberán decir: “¿Pero por quéeeeeeee… !”)

– Después del almuerzo siesta obligada para que de noche no se duerman en medio del show (ni unos ni otros).

– Ya que se levantan de la siesta cambian nuevamente de idea sobre cómo se vestirán

– Luego algo ocurre, pierden tiempo frente a la tele, no sabemos, algo pasa y cuando se dan cuenta ¡ya casi se hizo tarde! ¡Hay que bañarse! ¡MAMÁAAA, MI HERMANO SE DEMORA!!! y todas esas escenas de pánico.

– Luego el autobus no llega con la frecuencia esperada: escena de nervios y echarse la culpa unos a otros, hasta que llega el autobus: mágica recuperación del ánimo.

– Llegan al teatro incluso a buen tiempo, ven el show: cantan juegan.

– Salen del teatro y hace frío, tanto que lo sienten al caminar tomados de la mano de sus hijos o sus papás: las manos frías.

– Se duermen con esa mezcla de recuerdos.

– Pasan quince años y se acuerdan de esa noche que… entre risas y expresiones de “Uy, qué lindo, ¿te acordás?”

Nos vemos

Luis

© Luis Pescetti