Así que, como estamos en los pagos de Damián Sánchez, a cada rato decíamos: “Tenemos que llamarlo a Damián y decirle que estamos acá”, y pasaba un camión al lado. Yo me acordaba de alguna tonada cantada por él “No es lo mismo el otoño en Mendoza, hay que andar con el alma hecho un niño”. Y zummm, pasaba una camioneta con una familia, porque es domingo, hasta esa ventaja nos dieron. Nos sentíamos más cerca de Damián que con tantas canciones nos había acercado a esta tierra y ni sabíamos.
Ahora como la conocía un poco desde antes y, a la vez, como que entendía mejor a esas canciones. No a las palabras, sino a algo que está detrás del telón de las palabras. Y zummmm, pasaba un auto. Luego tiene aquella otra en la que cuenta las tareas de la viña “Para que puedas crecer, yo tengo que herirte, con la poda te voy a ayudar”. Y veías los álamos, medio empujados por el viento, bajando la copa igual que como bajan la cabeza los perros cuando uno los acaricia. ¿No había álamos en los poemas de Federico García Lorca? A mí me suena que no, porque no sé si en España hay álamos, pero me suena que algún árbol había. Damián musicalizó tan bellamente varios de sus poemas. “Ay, qué trabajo me cuesta, quererte cómo te quiero, por tu amor me duele el alma, el corazón y el sombrero”. y zummmmm, nos pasaba otro camionazo, que ni que fuera a llegar tarde.
Y así, entre poesía y sobresaltos íbamos viendo: almacenes, viñas, olivos, algún perro atado que nos ladró, cartelitos ofreciendo milanesas, gente que pasaba tranquila y saludaba a los turismos (nosotros), otros ciclistas, pero con casco, profesionales, pero provincianamente saludadores. Y yo entendí las ventajas del cardumen, porque al ver que éramos mucho los ciclistas, como que te tranquiliza que baja la probabilidad de ser uno quien se estampe en un parachoques.
Nos guiamos por el mapita, en el que todo parecía más cerca, con menos piedras y camiones, hasta que llegamos a una pequeña bodega: “Carinae”, que quiere decir “de Carina” que es una constelación de estrellas que justo se ve encima de la viña en otoño y en verano, que son dos épocas cruciales para la uva. Y esto porque Philippe es tan amante de los vinos como de la astronomía. Un ingeniero francés que cuando se le terminó el contrato anticipó su jubilación y se estableció junto con Brigitte, su mujer, fascinados por estas tierras. Se ve la precordillera, además, y compraron esa bodega. La arreglaron con una tenacidad europea, hay que decirlo, y la echaron a andar con un buen gusto que uno dice: ¿Cómo hicieron, me refiero ellos y los de por acá, cómo hicieron para juntar la producción con el turismo, con pasarla bien, el placer por la vida, recibir gentes de todo el mundo, tomarse unos buenísimos vinos que los sacan de ahí nomás, así como algunos buscan unos tomates en su huerta, ellos buscan unos vinos en su cava, como hicieron? y Ahí termino la pregunta, por larga y porque ya se entendió.
Luis
© Luis Pescetti
Hola Luis, hermosas las crónicas…
Sí hay álamos en España, me acuerdo de una canción que decía “de los álamos vengo…”, los chopos son álamos también (seguro que te acordás de esa hermosísima canción de Serrat, “entre los chopos medio deshojados, entre los pardos tejados… llueve”).
En una visita a Huechulaufquen y Epulaufquen (paseo en barco que calurosamente recomiendo, en el parque Lanín, con visita a bosque enano y todo) nos decía el guía que donde hay un álamo hay un gaucho (bueno, si la memoria no me engaña, dijo álamo, aunque bien pudo haber dicho otra cosa). Porque es un árbol que no es nativo de acá.
Hola Luis, hermosas las crónicas…
Sí hay álamos en España, me acuerdo de una canción que decía “de los álamos vengo…”, los chopos son álamos también (seguro que te acordás de esa hermosísima canción de Serrat, “entre los chopos medio deshojados, entre los pardos tejados… llueve”).
En una visita a Huechulaufquen y Epulaufquen (paseo en barco que calurosamente recomiendo, en el parque Lanín, con visita a bosque enano y todo) nos decía el guía que donde hay un álamo hay un gaucho (bueno, si la memoria no me engaña, dijo álamo, aunque bien pudo haber dicho otra cosa). Porque es un árbol que no es nativo de acá.
Hola Luis, hermosas las crónicas…
Sí hay álamos en España, me acuerdo de una canción que decía “de los álamos vengo…”, los chopos son álamos también (seguro que te acordás de esa hermosísima canción de Serrat, “entre los chopos medio deshojados, entre los pardos tejados… llueve”).
En una visita a Huechulaufquen y Epulaufquen (paseo en barco que calurosamente recomiendo, en el parque Lanín, con visita a bosque enano y todo) nos decía el guía que donde hay un álamo hay un gaucho (bueno, si la memoria no me engaña, dijo álamo, aunque bien pudo haber dicho otra cosa). Porque es un árbol que no es nativo de acá.