Señores maestros que están en la escuela rural de una sierra
o en el más exclusivo colegio privado de una gran urbe. Atentamente:
La gran pobreza, o la gran riqueza, la que nos abarca a todos, es dónde nos ubicamos
en relación al mundo, adentro o afuera. Actores o testigos. Dueños de casa o inmigrantes, invitados.
Dónde nos ubicamos, y dónde ubicamos a los otros.
El principal error de la cultura y la educación es si te hacen creer que se dirigen a ti desde un centro,
que su autoridad tiene un centro
dónde todo se acumula y genera
(podemos ponerlo en una dimensión más grave: ese es “el principal delito”).
Porque entonces te convencés, directa o indirectamente,
de que estás en una periferia,
sin ticket para “pertenecer” o quizás sin merecerlo del todo.
Cultura y educación serán algo externo
que se derramará sobre ti como algo benévolo en el mejor de los casos
pero ajeno.
Tu saber no forma parte
no agrega un ladrillo,
no sirve,
tus respuestas no sirven,
ni siquiera para tu día a día o los tuyos.
Con esa convicción uno se percibe ajeno al propio destino,
nos vemos como la herramienta equivocada para la propia felicidad.
“Felices los otros” que nacieron dónde hay que nacer,
pintan los cuadros que hay que pintar,
leen los libros que hay que leer,
y toman las decisiones que hay que tomar.
La respuesta contraria también falla:
cuando tomamos al mundo como un enemigo.
Hoy más que nunca constatamos que la cultura y la educación no tienen un centro (y tampoco periferias).
En esta trama de redes cualquiera puede crear un contenido visible para todo el mundo, de inmediato
y acceder a contenidos de todo el mundo “on demand”.
Mejor pensar un doble camino:
nosotros enriquecemos al mundo, y el mundo nos enriquece:
1) Yo sé o conozco algo, que interesa a otros.
2) Mi origen (familia, lugar) tiene algo que interesa a otros.
3) En el mundo hay otros con historias o que eligieron caminos que me enriquecerán.
Se desprenden ejercicios muy simples:
ejercicios 1
Todos los días, al comenzar la jornada o en algún otro momento, responder a:
1) ¿Qué foto o anécdota enseñarías de algo que pasó ayer? ¿Qué video mostrarías? (imaginariamente)
2) “Hojear” el menú del mundo y ver si algo nos resulta atractivo:
* un lugar que me gustaría conocer, o en el que me gustaría estar
* una comida que quisiera probar
* una música o instrumento que quisiera interpretar
* un oficio
* una aventura
* una persona que quisiera conocer
ejercicios 2
Se sientan con uno o dos buenos amigos, y se ayudan entre ustedes.
Esto porque no siempre logramos ser nuestros mejores “lectores” o “descubridores”, incluso grandes artistas no conocieron el valor de lo que hacían hasta que su trabajo encontró a al lector adecuado.
Podemos suponer que un buen amigo (alguien que nos aprecia) será un buen lector de nosotros, y nos ayudará a descubrir algo atractivo para mostrarle al mundo. Lo mismo nosotros para él.
ejercicios 3
Pero puede pasar que un maestro se encuentre con una comunidad que está convencida de ser lo mejor de lo mejor, que están cerrados al mundo, o que por temor o un exagerado sentimiento de superioridad actúan cerrados al mundo.
También puede ocurrir lo contrario: y es que nos encontremos con un grupo que, de partida, está convencido que “lo mejor está en otra parte”, la mejor música, el mejor entretenimiento, los trabajos mejor pagados, la comida más rica, las casas o los autos más lindos, etc. Su lugar y ellos mismos, son de lo más pobre del mundo.
Lo curioso es que de los dos casos los podemos encontrar en comunidades rurales, o centros urbanos muy grandes. En cualquiera de los dos extremos (zonas muy pobladas y modernas, o pequeñas tribus aisladas) podemos encontrar comunidades que se sienten “los más soñados”, o que se la pasan suspirando por otra vida.
Entonces es tarea del maestro:
1) A unos convencerlos de que tal costumbre o tal canción, de que esa comida o ese juguete, o eso que saben hacer, asombraría a más de uno en distintas partes del mundo. Llamaría la atención o lo tendrían por bello. El maestro hará de intérprete, entre su grupo y el mundo.
2) A otros mostrarles que hay cosas del mundo que querrían tener, o le producirían admiración. O, por lo menos, que en su propia pequeña aldea, hay más cosas del mundo de las que ellos se imaginaban: ¿de dónde llegaron estas tenis? ¿Dónde se hizo estar radio? ¿Dónde viven aquellos a los que vendemos nuestros productos? ¿Qué pasaría con nosotros si suprimimos toda relación con el mundo y si quitamos cualquier rastro del mundo en nosotros?
Para cualquiera de los dos extremos el maestro será un buen guía, intérprete o un mediador generoso.
ejercicios 4
No es bueno hacerlas “de una vez para siempre”, mejor hacerlas en lápiz, un poco cada día, corrigiendo:
Dos listas:
1) ¿En qué actividad, lugar, oficio, te sentís titular, capo, groso, dueño de casa, el que se luce? ¿Con qué persona te sentís segura, que llevás el baile?
2) Lo mismo (persona, lugar, oficio, etc.), pero con los que te sientas recién llegado, invitado, nunca titular: sino aprendiz.
Luis Pescetti
P/D: todas las imágenes pertenecen a un proyecto que empezó Ivanke, un ilustrador argentino, y que recomendamos enfáticamente conocer: Pequeños Grandes Mundos, click acá
© Luis Pescetti