Desierto y carbón ( 1 )

La gira sigue por Coahuila. Pasamos un desierto y llegamos a una zona carbonífera. MInas de carbón, familias que trabajan en torno a esto, no necesariamente en las minas, pero la economía del lugar tiene este eje.

Yo venía muy con cierto razonable bastante asustado, pues. No sabía si me conocerían, ay qué fácil. Y es que sí, es más fácil pelear contra la selva que te pide al vampiro que no pararse y a éste quién lo conoce?

Iba a ser en una plaza pública pero el viento y el frío nos convencieron de aceptar la invitación de una escuela secundaria. ¡Pa pior! pensé yo. ¿Qué les voy a cantar a unos que quieren alejarse de la infancia como de la escena de un crímen?

Ahí ya estaba yo queriéndome cambiar de oficio que es algo que, literalmente, me ocurre cada vez que me asusta una presentación.

Cuando llegamos a la escuela y vi aquellos hombres y mujeres que dizque de 15 o 17 años, ya me quería cambiar de profesión, de país de lo que fuera, pero no había alternativa, y además los técnicos de sonido y luces y la gente del luagr eran súper amables., ¡no les iba a estar contando mis planes de fuga!

– ¿Se le ofrece algo, señor Luis?
– Sí, una ventana donde escaparme, ¿tendrá?

La sala de 600 localidades se casi llenó, la mitad con personas y la otra mitad con niños (ay, de mí! y mi susto). Habló un locutor que presnetó a unas autoridades que hablaron, lo cual me agregaba nervio y no hacía más que mirar el cablerío de atrás de bambalinas. Hasta que dijeron que había que portarse bien en el show (tal cualI), y yo que pensé:
– Bueno, pero que no empiecen ellos pirmero, eh…

Tons que cuando dicen mi nombre no me queda otra que salir, porque así va uno atrás del nombre de uno.

Y, en lugar de empezar a cantar y funcionar como comediante, y a pesar de que hubo otras palabras iniciales, mejor sentí que hacía de presentador de mí mismo (viejo truco de comendiante).

En pocas palabras conté qué hacía, y que en la sala veía que algunos habían dejado de ser niños hace mucho y otros hace muuuuuuuuuuuuucho, y que se dejaron caer las primeras sonrisas. Entonces y muy sinceramente les pedí a los muchachos que tuvieran paciencia con las canciones que les resultaran para muy chicos, que intentaría cantar tras que fueran más para ellos y así nos iríamos: un poco y un poco.

Luis

© Luis Pescetti