Boletí­n nº 19

Fotos de la gira en México

En las fotos se puede occcserbar cómo llegamos al DF, con Pablo Mitilineos (sentado, guitarra). Al otro día ya nos encontramos con Aarón Cruz (de pie, contrabajo). Ya en el primer ensayo sonó exactamente como queríamos. ¡¿Cómo no está el público ahuritita con nosotros, caray?! Ya en el segundo ensayo sonó exactamente como no queríamos.
Siempre pasa.
Luego volvió a sonar como queríamos.

Las funciones en la Sala Nezahualcóyotl fueron hermosas. Se los aseguro yo que era el cantante. No, no quise decir eso. Quise decir que es un gusto enorme estar en esa sala. Eso se ve en las fotos.

En las fotos también se aprecia que lunes y martes hice seis funciones en seis ciudades del estado de Coahuila. La última en Saltillo, como con diez mil almas… más los niños que habían llevado.

También se puede ver que regresé al DF, y el viernes, que sólo había veintidós plantones en la ciudad se nos viene a ocurrir salir hacia Tlaxcala a la meritita hora que empezaban los plantones. La gente cargaba sus carros (autos) sobre las espaldas, se brincaban camellones y lo que se cruzara en medio porque no había santo que hiciera avanzar el tráfico. Llegamos al foro de la Universidad, muy cálido público, como se ve en las fotos. Regresamos muy tardísimo noche y comimos unos tacos deliciosos y con esas salsas como revitalizantes.

También se puede apreciar que en la función del domingo 30 la Sala Neza estaba que rebalsaba de chamacos por las ventanas. Que no se nos perdió ninguno y fuimos muy felices. Que el martes grabé una canción para un nuevo disco de Pepe Frank (cantautor mexicano de canciones infantiles), y que generosamente invitó.

El miércoles me levanté a las cuatro de la mañana porque quién sabe por qué, pues el vuelo salía a las 9 y media. Tons me quedé con cara de: ¿Y ahora qué onda? Sin embargo, como se ve en las fotos, tenía la ilusión de llegar al hotel, en Aguascalientes, y descansar. Como se obbbserva en una de las fotos, estaban arredesarreglando unas calles con esos maquinones que cuando avanzan hacen un tuc tuc ensordecedor, pero cuando retroceden un piii piii desesperante. A la hora de la siesta y a la hora que fuera porque a esa calle había que terminarla en de cuanto denantes, pues. Y ahí, su servidor diusté, envuelto en la almohada del hotel que hacía lo que podía la pobre, pero mucho no pudo.

En una foto se observa que llegué al teatro atado a mi guitarra, como el Cid Campeador. Me divertí mucho en esa función, también con un público muy afectuoso. Era en el marco de la Feria de San Marcos (valga la redundancia), que quiere decir que se llenan las calles de toda la bohemia y "a ver quihay" que se imaginen. Señores que venden bigotes, bigotes que buscan señoras, señoritas con sombreros, bandas que tocan, borrachos que pasan, mucha música, fiesta y bohemia donde quieras voltear. Y por si se te ocurre levantar la vista: te ponen voladores de Papantla y ya no hay rincón cardinal que quede sin celebrar, con todos muy en su mundo y en el mundo de todos. Abigarrado y suelto. Muy a su aire el apretón. Cenar y de vuelta al hotel, pues el vuelo sale como antes de ayer y había que levantarse a las cinco, horita de Dios que, a esa hora, debería estar durmiendo. Y al otro día pum ala viónmmmmmm. Y pum a la feria del libro.

Que es lo que se ve en la foto. Y sólo los más observadores podrán advertir cómo queda uno después de tanta felicidad amontonada.

Pablo Mitilineos, sin ir más lejos, que no sabía que le sacaba esta foto… antes de caer, uno también como un angelito durmido poráhi.

Porque yo le dije, bien que le dije:

– Usté, Pablo, vigíleme la televisión. ¡No me le quite el ojo a ese aparato, por favor!
– Sí sí. (me dijo, como se ve en las fotos).

Y acá se acaba porque a mí también, como que me hacezzZZzzzzzzzzzzzz

Luis

© Luis Pescetti