—¿A qué hora paso por ti?
—Dime a qué hora te conviene
—A la que tú quieras.
—A la cuatro entonces…
—No, a esa hora no puedo.
—¿A las doce?
—No, tampoco.
—¿En la mañana?
—Imposible
—Entonces dime cuándo puedes
—Ya te dije que no hay problema.
© Luis Pescetti