Demoré varios años en resolver cómo podía seguir la historia. No fue un tiempo en el que no hiciera otra cosa, de hecho escribí Buenísimo Natacha, Copyright (junto a Jorge Maronna); revisé y corregí: Historias de los señores Moc y Poc, El Ciudadano de mis zapatos, escribí Nadie te creería, Mamá, ¿por qué nadie es como nosotros? y preparé dos discos más: Bocasucia, que salió en el 2004, y Qué público de porquería, que saldrá en el 2005. Sin embargo, como en un segundo plano, la cabeza seguía pensando y buscando: ¿Cómo seguía esta historia? No hallaba la continuación. Cierto día "vi" (es una manera de decir, se me ocurrió) que Lynko y Frin estaban sentados frente a la casa de Frin, una aburridísima tarde de domingo. Todo el mundo durmiendo la siesta, todo el universo de siesta… menos ellos dos. Aburridos, aburridos, como un bostezo de ballena. Entonces se les ocurre subirse al techo de la casa y desde ahí hacer una competencia de escupirle a una piedrita que dejaron en la vereda. Esa fue la primera imagen: los dos acostados en el techo escupiendo hacia la vereda. No tenía idea de cómo seguía, o qué pasaba después de eso, pero me encantó la imagen, y sentí que ahí había algo o que, por lo menos, a mí me daban ganas de escribirla. Gracias a eso pude comenzar. No fue fácil ni rápido, pero tampoco tormentoso. Sí fueron más de cuatro años de anotar ideas, escribir, parar, retomar la escritura. En medio de este proceso también escribí Chat Natacha chat. Seguía escribiendo Frin en paralelo, avanzaba con lentitud. Este año, incluso en medio de muchos viajes, y otras actividades que a uno podría darle la impresión de que "distraían", en verdad, la historia se hizo más y más clara. Hasta que llegó a su fin. ¿Esto quiere decir que ya terminé? No. Sólo acabé la primera versión. ¿Qué debo hacer ahora? Ya no es un trabajo en la computadora. Me sentaré con la versión impresa y un cuaderno al lado (del otro lado: un mate). Leeré todo el libro completo, capítulo por capítulo. Algunos detalles los corregiré en el mismo papel (para luego cargar las correcciones en el archivo que está en la computadora). Pero a la mayoría de los apuntes los haré en el cuaderno. ¿Qué busco? Básicamente estas cinco cosas:
1) Algo que llamo: Objetos perdidos. Son elementos, acciones que aparecen en un momento ¡y luego uno se los olvida! Detalles de un personaje, un curso de acción, etc., cualquier cosa que haya parecido y desaparece pero por descuido, por olvido, precisamente. Tomo nota de eso y debo escoger si lo elimino por completo o lo continúo.
2) Otra categoría, a la que se me ocurrió ponerle Exportaciones. Se refiere a datos, acciones o detalles que están en un capítulo y que es bueno que aparezcan y dejen señales en otras partes de la novela. Por ejemplo: en el primer Frin, la idea del avión de fumigar apareció al final; ¡pero eso no quiere decir que sólo debía ser nombrada ahí! Para nada, más bien hay que cuidar que ese elemento, que formará una parte importante en la solución no aparezca como algo mágico (sólo cuando se necesita para solucionar el conflicto). Eso la mayoría de las veces suena a "truco barato". Es mejor que lo que formará parte de la solución esté a la vista, y a la mano, todo el tiempo. Nunca escondido a los ojos del lector. De modo que cuando participe de la solución del problema el lector se sorprenda de que algo que estuvo siempre ahí sea lo que ayude (y se produzca esa combinación de sorpresa y naturalidad). De modo que, cuando estoy en el capítulo que por primera vez aparece el avión (por seguir este ejemplo), al avión lo anoto en mi lista de "exportaciones", vale decir: algo que este capítulo dona, entrega o envía a otros capítulos.
3) Junto con esa categoría, por supuesto va, y muy junto: Importaciones. En cada capítulo anoto cuando veo que puede "recibir" un elemento de otro capítulo. Siguiendo el mismo ejemplo: cuando me di cuenta que el avión debía aparecer antes en la novela regresé, capítulos atrás, para ver dónde era natural, coherente que se insertara el avión. Por una parte debe estar bien a la vista, y por otra parte no debe sonar a algo forzado o descolgado para ese momento. En esos capítulos anoto las importaciones. Así voy "sembrando" hacia arriba o hacia adelante, el elemento que quiero que aparezca.
4) Cuando uno ocupa mucho tiempo en escribir una novela, y también cuando uno escribe un texto largo, eso que se llama la voz del narrador, es decir un conjunto de características que define un estilo (si habla en primera persona, o en tercera, si el tono es coloquial o distante, si es la voz de los pensamientos o un narrador neutro, etc.) esa voz del narrador se va definiendo cada vez mejor, va cambiando. Así puede ocurrir que uno comience con un narrador y, al avanzar la novela pase a otro, y termine con otro más. El del final suele ser el más atinado, hay más probabilidades de que uno escoja ése, que se fue modelando con el tiempo y las anécdotas que contó. De manera que otro trabajo es unificar esa voz. Digamos que uno no tiene en el ropero la ropa de los cuatro años, mezclada con la de los doce años, la de los diecisiete y la de los treinta años… y las usa todas. No, uno suele tener la ropa de hoy, es decir para la persona que hoy es. Algo así con la voz del narrador.
5) Finalmente llevo una atención flotante (por designarla de alguna manera), y es eso que se llame imaginación o inspiración que permanece al acecho y que será el deseo y la idea de modificar algún fragmento o agregar un párrafo, modificar unas líneas. No es un proceso intencional, más bien se parece a que estoy muy atento a aquello que se me ocurre. Eso es muy diferente a buscar una idea. No me importa ni busco "una buena idea", sólo estoy atento a lo que se me ocurre. Es decir: a lo que naturalmente "salta" como idea. Tal vez la tome, tal vez la descarte.
En líneas generales, digamos que luego de todo este proceso la novela queda más compacta y homogénea en su estructura, a la vez que con más vuelo poético. Le quitamos "grasa", todo el material que sobra, y le ponemos plumas (¡qué horrible expresión, pero no se me ocurre otra!) cuando podemos.
Luis
© Luis Pescetti