Milonga del moro judío: Jorge Drexler
Podemos aprovechar esta bellísima y valiente canción para tratar otros casos en los que nos toca convivir con ideas y personas diferentes, o en las que alguien reclama un derecho “natural” o “divino” o “ideológicamente superior” para tener supremacía sobre otro.
Acá son dos pueblos que afirman su derecho sobre un mismo territorio, pero su ejemplo, tan paradigmático no es el único, aunque sea muy conocido. Podemos trasladarlo a otros terrenos de la vida de un país, de una sociedad, de diferencias políticas.
El tema es el mismo: ¿qué hacemos con ese “otro” que reclama el mismo espacio? (ese espacio puede ser físico o ideológico)
¿Cómo hacemos con un “otro” que reclama tener la idea o la política que soluciona los problemas comunes?
Ver también la serie de tres post: Cómo hablar del conflicto palestino israelí con los niños
1) Palabras de Tzvetan Todorov al recibir el Premio Principe de Asturias: click acá
2) Carta abierta de Daniel Barenboim publicada en El País: click acá
3) Ejercicios de reflexión para ver los noticieros: click acá
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Pero también, en unos versos Jorge Drexler dice que no le dio permiso a nadie para matar en su nombre…
y eso me recordó la canción de Georges Brassens, que publicamos hace poco: Morir por las ideas (click acá)
en ella el poeta dice con irónica e incisiva tristeza:
“Si aún fueran suficientes / algunas hecatombes / para que finalmente todo cambiase, / todo se arreglase (… ) / en el paraíso sobre la Tierra / ya deberíamos estar. / Pero la Edad de Oro sin cesar / se posterga. / Los dioses siempre tienen sed, / nunca tienen suficiente, / y es la muerte, la muerte / siempre volviendo a empezar “.
© Luis Pescetti