El título hace referencia a un pasaje de la Biblia. El libro narra la historia de la relación entre dos hermanas gemelas, y sus vidas, pero contado por la hermana menos valorada.
Katherine Paterson
colección Noguer joven
ed. Noguer y Caralt
(…)
Estaba yo allí sentada, saboreando el día, pensando en lo contento que se pondría mi padre cuando, al volver de pescar cangrejos, le llegase el olor de su sopa preferida, envolviendo a mi hermana y a la abuela en sentimientos de afecto que ninguna de las dos merecía cuando dijo Caroline:
-Como no tengo otra cosa que hacer este verano, salvo practicar, he decidido escribir un libro sobre mi vida. Una vez que eres conocida- nos explicó con gran cuidado, como si fuéramos tontuelas-, una vez que llegues a ser famosa, una información así es muy valiosa. Si no lo apunto todo ahora, puede que me lo olvide.
Lo dijo con una voz que me daba náuseas, la misma que empleaba cuando volvía a casa después de pasar todo el sábado en el continente tomando clases de música en las que le decían por billonésima vez lo dotada que estaba.
Pedí permiso para dejar la mesa. Lo último que tenía ganas de aguantar aquel día era la historia de la vida de mi hermana, en la que, yo, su gemela, era relegada a un papel muy secundario.
Si mi padre no hubiera ido a Francia en 1918 regresando con una cadera llena de metralla alemana, Caroline y yo no hubiéramos nacido. Sin embargo, resulta que fue en la guerra, y cuando volvió su gran amor de la infancia estaba casada con otro. Entonces se puso a trabajar en los barcos de otros con las fuerzas de un cuerpo que recuperaba lentamente la salud, ganando a duras penas lo suficiente para mantenerse él y su madre viuda. Tardó casi diez años en recuperarse lo suficiente para poder comprar un barco e ir a pescar cangrejos y ostras como un verdadero pescador de Rass.
Cierto otoño, antes de que estuviera recuperado del todo, llegó a la isla una joven para dar clases en la escuela (tres aulas y un especie de gimnasio) y, de una forma u otra, nunca he podido entender muy bien cómo, la profesora pequeña y elegante, se enamoró del grandote de mi padre, cojo y de cara rojiza, se casaron.
Lo que necesitaba mi padre más que una esposa eran unos hijos varones. En Rass, los hijos representaban riqueza y seguridad. Soy la mayor por unos minutos. Constantemente pienso con cariño en ese tesoro de esos minutos. Representan el único momento en mi vida en que fui centro de atención de todo el mundo. Nada más nacer Caroline se apoderó de todo para sí.
Cuando mi madre y la abuela contaban la historia de cómo nacimos, siempre hablan casi exclusivamente de cómo Caroline se había negado a respirar. Y de cómo la comadrona le había dado una manotada, y se había puedo a rezar intentando persuadir a aquel diminuto pecho para que se moviera. Y de cómo hubo un grito de alegría al oír el primer débil gemido, “No más alto que el maullido de un gatito”.
-¿Y yo dónde estaba?- Pregunté en cierta ocasión-. Cuando todo el mundo se preocupaba por Caroline , ¿Dónde estaba yo?
Una nube cruzó por los ojo de mi madre, y me di cuenta de que no recordaba.
-En el capazo-dijo-. La abuela te bañó, luego te vistió y te metió en el capazo.
-¿Fue así, abuela?
-¿Cómo voy a saberlo?- Dijo la abuela bruscamente-. Hace ya demasiado tiempo.
Me invadió una sensación de frío, como si me hubiera convertido en una recién nacida por segunda vez, abandonada y olvidada.
(…)
© Luis Pescetti
lokote este pequeño fragmento.me ha gustado muchisimo…
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