Lejos, lejos, adentro de la noche

Lejos, lejos, adentro de la noche
vuela
el ángel de mis sueños.
Sus ojos en sus pensamientos
y en el paisaje
que pasa debajo en la gloria de su vuelo.
Sus alas a nadie despiertan
ni hacen ruido,
a nadie despiertan.
No me reclama lo que pude
cumplir,
lo que quedó en el intento.
Sube y baja sus alas grandes
con lento, amplio y elegante aleteo.
En el oscuro océano de esta noche
las almas duermen.
Él aprovecha la oscuridad y el sueño,
el cielo es suyo, el mundo
todo suyo,
y cada uno de los caminos, son suyos.
Las almas duermen,
menos yo que, con pesar, recuerdo
las deudas con el ángel de mis sueños.
En mi pequeño pueblo le había prometido
si hacés la tarea, viajarás,
si te portas bien, tendrás escenarios,
si estudias y ayudás en la casa, tendrás amigos,
si hacés los mandados, vamos al cine.
Como siempre se hacen,
aunque no se puedan cumplir del todo,
esas promesas
como sí cumplió él,
como un niño y a su modo.

Esta noche, lejos, lejos
en el insondable azul
vuela inquieto.
Unidos,
cierro mis ojos, vuelo.
Me pregunto por el tiempo que vendrá
si habrá polvo de oro en esos días
y algo de infancia a la que pueda regalarle
una aventura.
Lejos, lejos en la cascada de sombra
mueve sus alas,
a nadie despierta,
majestuoso, abundante,
vuela
el ángel de mis sueños.

(c) Luis Pescetti

© Luis Pescetti

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