Leáse en caso de fiesta

Mis queridos: para algunos fin de año, para otros fin de daño. Ahí se vienen de nuevo las fiestas con sus trailers de permíteme que te apoye esto, y entre lo que es, y lo que le agregamos nos convertimos en unas dínamos emocionales que para qué les cuento. Hay que tomárselo con calma dijo un tío y se apartó una botella; pero así es, y no queda de otra.

Entre sonrisas y tironeos de pasémoslo en familia porque es la única vez al año que nos encontramos, y ¡no, no! y por lo mismo!

Porque las fiestas familiares de fin de año, como los encuentros de “25 años de egresados de la primaria”, son como lo contrario a los perfiles del facebook, dónde quién más quién menos se tunea una foto que lo favorece, un ángulo escogido entre unos 500 disparos digitales, en el que namás se ve una oreja y medio ojo, pero híjoles, ¡qué bien favorecidos!
O, de perdis, nos copipasteamos una foto de batman con arito o gatúbela en moto, o quién sabe, y escogemos un nickname bien chido, e inventamos unas historias de lo más glamorosas, y publicación tras publicación, nos mudamos a esa galaxia querida… en la que somos otros, o nosotros mismo; pero como más intensamente, más como nos gustaría o menos como no nos gustaría

(el que no me entienda que siga, que falta poco)

pero los encuentros familiares, o de ex-compañeros, decía, son todo lo contrario: no hay escapatoria a nuestro ser.

Y por lo mismo pueden ser buenos, por lo de cable a tierra, viejo album de fotos, recorrido, paciencia mi súper héroe, que acá la tía está contando de cuando usted gateaba,

paciencia, mi reina fatal de la noche, que acá el tío se acuerda de cuando usted se cayó de la bicicleta.

En fin, el caso es que con familia, o con nueva familia elegida, con amigos, seres queridos, con quienes sean: si pueden, no se me arrebujen en un rincón, abracen, celebren cada quién a su manera, pero tampoco atados al mástil de su manera.

Y todo esto porque, entre otras cosas, ayer hablé con un querido amigo, muy enfermo y despidiéndose, me dijo con un suspiro por voz:

– Fíjate, Luis, que uno se pasa la vida tratando de pasar desapercibido, o aceptando el afecto bajo ciertas condiciones y mira ahora… (se refería a la familia y amigos que lo acompañan y cuidan), mira, no han dejado de venir y acercarse gentes, que hasta exageran, yo digo.

– Y bueno, mi buen (le agregué), usted hágales así con la mano y dígales: “Están exagerando”.

Luego nos saludamos, pero, ¿verdad que no exageramos? Porque antes le recordé:

– Mi buen, usted está como el chiste de cómo se esconde un elefante atrás de una margarita.
– ¿Cómo le hace? (suspiró sonriendo).
– Se agacha tantito.

Y se rió asintiendo, porque lo que quise decirle es que era lógico que íbamos a ir tantas gentes, que no se podía esconder ni aunque quisiera.

Nuestro ser es eso, tímido o desaforado, como un elefante atrás de una margarita, y un buen día, como mi querido, nos enteramos que todos nos veían y nos sabían.

Por eso digo, en lo que cabe, fíjense si no están con una margarita delante, y en caso de que sí: vean si no hay una fiesta del otro lado, o un abrazo, o un amor, o hijos, o amigos, o una aventura, la vida, en fin…

brinden, con la copa, con el asombro

y luego siguen desimulando, si gustan, seguimos, que no me hago el que les habla desde la otra orilla.

Afectuosamente

Luis

foto: Mateo Oviedo

© Luis Pescetti

Comentarios

2 comentarios en “Leáse en caso de fiesta

  • Cynthia dice:

    y yo que pensaba que eras meJicano! cano de canas de pelos blancos! de sabiduria sonora y honda del alma! vuelvo a la niñez en la niñez de mi hija! rio de inocencia! que grande este universo!

  • Cynthia dice:

    y yo que pensaba que eras meJicano! cano de canas de pelos blancos! de sabiduria sonora y honda del alma! vuelvo a la niñez en la niñez de mi hija! rio de inocencia! que grande este universo!

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