Era una tarde como para un geniol

del libro “Unidos contra Drácula”, Luis Pescetti; Loqueleo

Era una tarde como para un geniol,
un rivotril, un paracetamol, un valium, un tafirol, una aspirina,
un té de naranja, una patada a una puerta y llenarse el
bolsillo de piedras.
Y cuando estaba tan cerca de estallar
se me ocurre, me salvo, y digo:
Mejor hágase un valle.
¿Y si mejor se hace un valle?
Y digo así: hágase un valle.
Se abrió la vereda, se vio la tierra y
se hizo cerro, atardecer, montaña
abriéndole la boca al durazno del sol
y gente lejos,
gente cerca, bajando con ramas, con
ovejas, luces en un caserío
y algunos subiendo con bolsas de azúcar,
leche, velas.
Un aire fresco, silencio, espacio.
Silencio hasta que el cerro se tragó al sol.
Se oía un perro,
lejos,
y había luces,
tenues.
Y yo miraba todo con
las manos cruzadas, respirando.

Luis

a Juan Quintero
foto: Mateo Oviedo

© Luis Pescetti

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